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Comida y sexo en el naciente cristianismo

“Comida y sexo en el naciente cristianismo”, en: Francisco José García Fernández - Fernando Lozano Gómez y Álvaro Pereira Delgado, El alimento de los dioses. Sacrificio y consumo de alimentos en las religiones antiguas, (Sevilla: Universidad de Sevilla, 2015), pp. 213-227.

Podría parecer a primera vista que relacionar comida y sexualidad resulta un ejercicio de arbitrariedad; si, además, ambas funciones antropológicas las conectamos en el contexto de una religión, podría parecer incluso morboso. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El libro de Qohelet repite por cinco veces el mismo principio: "No hay mayor felicidad para nadie que comer, beber y gozar de la vida" (Qo 2,24; 3,13; 5,1 7; 8,15; 9,7) y exhorta: "disfruta la vida con la mujer que amas, que es lo mejor que tienes" (9,9). Jesús fue acusado de ser un "comilón y borracho" (Mt 11,19) y amigo de prostitutas (cf. Lc 7,36-50; Mt 21,31-32). Parece que estas dimensiones están muy presentes en la tradición judeocristiana de un modo ambiguo y complejo. De hecho, antropológicamente, ambas dimensiones de la persona están estrechamente conectadas y, religiosamente, profundamente imbricadas. Quizá el mejor modo de verlo sea mostrar un modelo de análisis que la antropóloga Mary Douglas desarrolló para entender la relación interna de ambos y la de estos con el entorno social. En este artículo se presenta, en primer lugar, el modelo de las dimensiones del cuerpo elaborado por Mary Douglas; en un segundo momento, algunos ejemplos de la tradición judía y del contexto greco-romano que muestran su validez; finalmente, analizaremos algunos textos de los orígenes del cristianismo en los que descubriremos lo que estos seguidores de Jesús comparten con su entorno y sus peculiaridades.